Pero cuando llegó el invierno comenzaron los primeros problemas: cada vez que llovía le entraba el agua por los agujeros y no podía respirar así que le dije que no había otro asunto y que tendría que ponerse un cacho de canalón para que vertiera el agua y no le entrara en la nariz. Fue a casa de un latero para que se lo hiciera. Cuando llovía lo llevaba puesto y por las noches lo dejaba encima de la mesilla. A los quince o veinte días siente en la mesilla "pío...pío...pío..." y es que habían anidado los gurriatos dentro del canalón. Lo desarmó y había cinco gurriatillos en el nido"
Estando en el Batallón de
Trabajadores de Algeciras en una época en la que se pasaba hambre teníamos la
costumbre de subir a un nido de buitres que había en las proximidades y le
quitábamos los conejillos y otros animales que los buitres padres traían para
sus crías. Pero un día cuando estaba en el nido llegó la madre, me cogió por la
guerrera y me llevó volando cinco kilómetros hasta que se cansó y me soltó.
Menos mal que lo hizo cuando estaba cerca del suelo.
En Montoro hay un olivo que
cuantas aceitunas no dará que tiene un molino para él sólo. Se le calcula una
producción de 15 a 20 mil kilos. Cuando lo están talando se suben 15 o 20
taladores y no sienten los golpes los unos de los otros
Yo siempre he sido peluquero.
Ya a los diez años me subía mi padre en un banquillo para bañar a los clientes
con la brocha. Un año vino a Benquerencia un peluquero que puso una
peluquería y nos dejó sin clientes. Entonces mi pa dre tuvo el acuerdo de que
yo cuando bañaba con la brocha a algún cliente le llenara la boca de jabón y
entonces llegaba mi madre y se la limpiaba con el pecho. Esta treta dio
tan buen resultado que recuperamos nuestra clientela y el peluquero se tuvo que
marchar a otro pueblo. Pero un día que no estaba mi madre le dijo a un
cliente que cerrara los ojos y se la limpió con el ....... Pero abrió los ojos y
cuando se dió cuenta salió corriedo gritando
"guarro"...."asqueroso"..."sivergüenza". Se cruzó
con otro que venía a afeitarse y le dijo: "Vete para atrás y no entres que
el peluquero ha cambiado de brocha".
En el pueblo existió un pájaro
que le llamaban Ro que media de largo un kilómetro y cuando se ponía encima de
los huevos mediría un km y medio. Era terrible porque cuando iba volando y
pasaba por un pueblo se dejaba caer algún que otro piojo. Cada piojo pesaba de
40 a 50 kilos. Si caía alguno encima de cualquier tejado lo hundía. Para comer
no tenía ningún problema: Sacaba la lengua que era como un cuartón y la dejaba
quieta. Se paraban en ella, grullas, quebrantas, águilas, cuervos, etc. Cuando
estaba llena la recogía y todos para adentro. Si querían partir uno de sus
huevos para comérselo tenían que darle de 40 a 50 barrenos. Con cada huevo
podían hacerse 25 trenes de tortillas. Para cada tortilla se necesitaba un tren
de patatas.
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Ñoño podía pasarse horas y horas contando "sus cosas" y chascarrillos. Lo hacía con mucha gracia para deleite de su audiencia que siempre le escuchaba encantada.
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